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miércoles, 17 de octubre de 2018

Sitges 2018: Killing (aka Zan, Japón, 2018)

¡Cómo lo haces para matar! ¡Cómo lo haces para matar! ¡Cómo lo haces para matar!

Director: Shinya Tsukamoto
Guión: Shinya Tsukamoto
Reparto: Sosuke Ikematsu, Yu Aoi, Tatsuya Nakamura, Shinya Tsukamoto

Mokunoshin Tsuzuki es un Ronin sin camino. Sin guerra, ayuda a los campesinos a cultivar arroz. Su vida es tranquila i apacible junto a los campesinos. Para no perder sus habilidades como Samurai, Mokunoshin entrena algunas veces con Ichisuke, hijo de los campesinos, bajo la atenta mirada de su hermana Yu. Un buen día aparece Sawamura, otro Ronin, que se dirige a la capital a luchar en la nueva guerra, reclutando Samurais por el camino. Al ver lo bien que luchan Mokunoshin e Ichisuke, decide reclutarlos a ambos. El día de la partida, Mokunoshin cae enfermo y una banda con malas pintas llega a la aldea capitaneada por Swzaemon Genda. A partir de ese momento todos se veran envueltos en un halo de extrañeza: Mokunoshin por el miedo a matar, Ichisuke por su casta, Yu por su amor, Sawamura por su cabezonería y Genda por su ego.



Killing es un gran ejercicio de comprensión humana. Tsukamoto nos tiene acostumbrados al horror de la humanidad, aunque en este film sea mucho más sutil. Las luchas de egos constantes entre los Ronin, la banda de maleantes e Ichisuke son notables y audibles gracias a unas espadas en movimiento poco visibles. El temor de Yu a perder a su hermano y a Mokunoshin le hará perder la cabeza poco a poco haciendo que su interés desproporcionado hacia Sawamura vaya creciendo. Estamos ante una cinta un tanto diferente en lo que a clasicidad se refiere, aunque el tema de Samurais le de ese toque clásico al film. Se nota la mano de Tsukamoto a la hora de rodar y es que pasa de planos bastante estáticos mientras los personajes están tranquilos, a cámara en mano y frenetismo cuando se disparan las emociones y los egos. La complejidad de la película no reside tanto en la historia superficial del soldado marchando a filas, sino en el interior de los personajes torturados poco a poco por sueños que nunca podrán cumplir.


La película cierra el círculo de manera perfecta con una banda sonora increible a cargo de Chu Ishikawa, habitual de Tsukamoto. Mezcla de manera excepcional los tradicionales tambores japoneses con los sintetizadores más modernos conforme va avanzando el film.


Lo mejor: Encontrar una nueva joya del maestro Tsukamoto y el grito final.

Lo peor: Un choque cultural más que importante hace que la película pueda no ser entendida.

TRAILER




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