Director: Shinobu Yaguchi
Guion: Shinobu Yaguchi
Reparto: Mickey Curtis, Gaku Hamada, Chan Kawai, Junya Kawashima, Yuriko Yoshitaka
Cuando su jefe en la empresa Kimura Electrical les encomienda hacer un robot para presentarlo en pocos días en una importante feria, Hiroki (Gaku Hamada), Koji (Chan Kawai) y Shinya (Junya Kawashima) tendrán que ponerse las pilas o ser despedidos. Ninguno de los 3 tiene conocimientos de robótica ya que trabajan en el almacén, o montando lavadoras. Cuando por fin consiguen un prototipo de algo parecido a un robot, tienen la desgracia de que se rompe. Es entonces cuando decidirán que, con el poco tiempo que les queda, solo pueden contratar a un actor que se meta dentro de la carcasa del robot y actúe como tal. Los problemas vendrán cuando Shigemitsu (Mickey Curtis) no actúe como los tres empleados esperan y salve a Yoko (Yuriko Yoshitaka), una entusiasta estudiante de robótica, de un accidente. Desde ese momento, las vidas de Hiroki, Koji, Shinya y Shigemitsu se verán envueltas en una locura inimaginable llena de presentaciones por todo Japón.
Robo-G es una de esas pequeñas joyas de las que no esperas nada de ella y te sorprende de manera muy grata. Shinobu es conocido por dirigir obras sencillas, casi costumbristas, pero con un toque de comedia delicioso que te hacen sacar una sonrisa bondadosa al final de sus films. Es difícil describir las películas de este director, en un mundo donde la acción y la muerte son predominantes. Supongo que por eso destacan tanto. Con una trama ligeramente simple, Shinobu trata temas complicados como el abandono de las personas mayores, el avance imparable de las nuevas tecnologías o el estancamiento laboral.
Shigemitsu se convierte, sin saberlo, en nuestro héroe particular. La interpretación de Mickey Curtis es simplemente sensacional, aunque raramente lo vemos fuera del robot. Los 3 pobres colegas de Kimura son el hilo de unión entre Shigemitsu y Yoko. Podemos sentirnos completamente reflejados en ellos (exceptuando, claro, si eres programador de robots): sus dificultades laborales, sus miedos y la necesidad de demostrarse que son capaces de hacer algo que les da miedo. Finalmente, la alegre Yoko nos trae una radiante interpretación como estudiante de robótica.
Shinobu sigue como pauta la misma sencillez de historia y no recarga los paisajes, los personajes o la música. Todo fluye en un mismo arroyo, sin destacar una parte de otra, para conseguir cohesión en la película.
Sin duda, una de las grandes joyas que nos ha dado Japón en la última década.
Lo mejor: Acabar con una sonrisa en los labios.
Lo peor: No ver más a Mickey Curtis en pantalla durante la película (¡aunque ya sabemos que es por exigencias del guion!).
TRAILER
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