"Usaba internet. Mi padre me trajo aquí para ver al médico... Pero me ataron las manos y me encerraron aquí"
Director: Shosh Shlam, Hilla Medalia
Guion: Shosh Shlam, Hilla Medalia
El documental empieza con la cara desesperada de un adolescente chino. Está llorando. Dice que todavía no sabe realmente por qué está allí. No hizo nada malo. Sus padres lo drogaron y lo llevaron allí mientras aún dormía y ahora, está atrapado.
"Sólo estaba jugando", dice. Se siente realmente desesperanzado, deprimido y sin motivación para vivir y, exactamente igual que él, otros 70 adolescentes están en la misma situación. No hay tiempo para jugar allí. Sólo marcha, obedece órdenes y sé reprogramado.
Bienvenido a Daxing Camp, donde su inútil hijo adicto a los videojuegos puede "reconfigurarse” a sí mismo, y finalmente, emocionado de convertirse en un miembro responsable y productivo de la sociedad china.
Según un informe publicado por China Internet Network Information Center en 2017, 170 millones de personas menores de 18 años utilizan regularmente Internet en China. La industria de los videojuegos alcanzó los 24 mil millones de dólares SOLO en 2016, y aunque la contribución a la economía china es enorme, la industria del videojuego todavía es fuertemente criticada y culpada, porque en realidad es la droga de 24 millones de adolescentes completamente adictos que pasan más de 17 horas jugando a diario. La adicción a Internet es un verdadero problema en China. La situación era tan mala que, en 2008, el Gobierno decidió aplicar nuevas leyes para regular el uso de videojuegos y declarar formalmente la "adicción a Internet" como un trastorno clínico. Abrieron 400 campamentos de rehabilitación para dar ayuda clínica, médica y apoyo psicológico a los hijos perdidos de familias desesperadas y rotas.
Este documental ha sido extremadamente difícil de ver: en mi opinión, estos chicos únicamente estaban jugando. ¿Merecían ser tratados como monstruos sólo porque aman "World of Warcraft"? No, claro que no. Pero la mayoría de ellos dejaron la escuela, descuidaron a familiares y amigos y rechazaron cualquier contacto con la realidad. Pasan la mayor parte del tiempo en cibercafés, algunos de ellos gastan más de 8500 dólares jugando a videojuegos y están despiertos durante días. Ahora en el campamento, parecen zombies que duermen en exceso.
No soy gamer, en general, no soy una gran fan de la tecnología y todavía me cuesta usar mi smartphone, pero para cualquiera que vea este documental, es definitivamente claro que para estos adolescentes los videojuegos no son sólo un hobby, sino una manera de escapar de la presión que la sociedad les impone para tener éxito, para tener un buen trabajo, para finalmente comprometerse con algo serio.
La directora de la película eligió los primeros planos como estética narrativa y es magistral cómo deja -frente a la cámara- no las bocas, sino los ojos de esos chicos para hablar de mundos ocultos en los que se aventuran solos para no ser observados o juzgados. En estos mundos lejanos pueden ser finalmente ellos mismos, pueden ser entendidos y tener amigos reales que, probablemente, comparten con ellos esta cosa (realmente me cuesta decir "adicción").
Gran parte de la crítica que tuvo que hacer frente el documental se centra en la falta de conocimiento del método de curación y opciones terapéuticas, pero, con el beneficio de la duda, creo que no ha sido realmente fácil filmar en un hospital militar bajo vigilancia forzada y revisión cercana a la censura. La tensión durante el rodaje es claramente palpable e incluso los psicólogos, en esos raros momentos en los que se les enfoca durante la terapia, se expresan con la misma facilidad como si caminaran sobre cáscaras de huevo.
Esta tensión en la filmación también incluye al misterioso profesor/especialista en adicciones/cerebro del campo Dr. Tan Ran que, con palabras pomposas, hace que el punto principal del problema sea bastante evidente: las familias tienen miedo de tener un enfermo mental en casa, el Gobierno teme que los jóvenes dejen de ser funcionales, no se comuniquen y rechacen los roles sociales y las relaciones, se conviertan en adultos ansiosos y deprimidos, inútiles para la sociedad, y algo por lo que deben avergonzarse por su productividad nula.
Ambas partes se niegan a ver la realidad: estos adolescentes se sienten profundamente solos, desconfían de los adultos que cortan cualquier comunicación con ellos y, sobre todo, rechazan la visión confuciana de la familia donde los padres siempre tienen razón sólo porque son tus padres.
Con sus ojos vacíos estos chicos dicen: "No te respetaré si no me oyes".
Realmente te parte el corazón, pero soy una persona romántica y me gustaría pensar que su adicción a los videojuegos es sólo su manera de gritar NO.
Lo mejor: Todas las escenas durante la terapia familiar son realmente poderosas y te golpean en el estómago. Si no sientes eso: lo siento, amigo, eres un desalmado.
Lo peor: Consistente con su selección narrativa, la directora elige de nuevo un enfoque antropológico centrado en los protagonistas atormentados y, a propósito, deja fuera incluso una mínima investigación sobre el mercado masivo del videojuego chino.
Escrito por Valentina Zaccagnini.
TRAILER
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